Mis deseos son mis órdenes.
E n estos días de junio donde el trabajo, la inquietud y el encuadre social marcan mi vida, llena mi corazón ansias congénitas de negociar una tregua en mi enclave diario. Busco el momento de encontrar esa inspiración para reanudar mis tareas de antaño, un tiempo no muy lejano pero que la novedad cosmopolita ha absorbido en el olvido de su planning. Sin embargo, a pesar de estas ansias, mi felicidad está desbordante. Disfruto cada minuto con ojos soñadores y a mi lado encuentro paz, sosiego y cariño, mucho cariño que anhelaba en un oscuro rincón de mi existencia. Ahora que mi vida está dirigida hacia un punto muy concreto y definido, mi ilusión por crecer siguen intactos, algo que pensé que sería aniquilado al encontrarse mi caja de quesitos en porciones perfectamente definida. Una nueva porción ha encontrado cabida en ella; por ahora, solo es una porción, con un sabor refrescante y dulce pero me pregunto si, con el tiempo, será dos o quizás más porciones. Es algo que solo en