Echo de menos tu sonrisa...

Me ha llevado 9 meses tener el valor suficiente para poder hablar abiertamente sobre ello...y aún se me coge un pellizco en la garganta cuando pienso que no la volveré a ver más, que no volveré a pronunciar "mamá", que no volveré a reír con ella, que no volveré a llorar con ella y que no volveré a verla disfrutar saboreando esos manjares culinarios que tanto le gustaban... algo que era su delirio.

¿Por qué hoy?... Sinceramente no lo sé... quizás ha sido una necesidad para sacar lo que tengo dentro, quizás sea la necesidad de que expandir mi amor por ella, quizás sea que la echo de menos y quiero que todo el mundo lo sepa.
Mi madre con mi hermano Miguel Ángel.

Nunca.. repito, nunca... me imaginé que fuera a doler tanto, que una angustia te acompañara a cada minuto del día y aunque, después de nueve meses, la angustia va menguando ...he de deciros que escribir estas líneas me hacen sentirla de nuevo como el primer día y las lágrimas resbalan por mis mejillas buscando el consuelo en las palabras emanadas desde el alma.

¿Qué puedo decir de mi madre ahora que no está?.... ¿que era adorable? ¿que era alegre aunque estuviera acribillada de dolor? ¿que siempre estuvo ahí cuando lo necesité y cuando no lo necesité?.. mi madre, Loli para los vecinos del barrio y Dolorcita para la familia, era una mujer muy cariñosa, muy expresiva y daba las gracias de corazón... recuerdo cuando la operaron de la muñeca y el cirujano (un médico joven) la acompañó muy amablemente a la habitación, la llevaba cogida del brazo...los dos yendo por el pasillo como si fueran amigos de toda la vida, ella riendo de ver lo bien que se encontraba y se lanzó al cuello de él, le zampo un beso en la mejilla y le doy un gracias con todo el alma...el cirujano se puso el pobre hasta colorao y es que ella era así de espontánea.

Cuando fue operada del brazo, le implantaron una prótesis en el hombro, su recuperación fue rapidísima y en la primera consulta con la cirujano, le dio las gracias con una amplia sonrisa porque la habían dejado muy bien y la doctora dijo "las gracias a ti, pacientes tan constantes y perseverantes como tú, son los que hacen que las operaciones sean un éxito"... mi madre se salía ... y es que mi madre tenía una sonrisa preciosa, con unos dientes muy blancos y perfectos...era pura armonía.

Mi madre con mi hermano Josema
Creo que fue el último día o de los últimos días que estuvo consciente cuando su médico entró en su habitación, un médico sudamericano y joven, y le preguntó "Dolores, ¿hoy cómo te encuentras?" y ella le sonrió diciéndole "parece que hoy estoy mejorcita"... dos días después esta anécdota me la contaba el propio médico, con mucha dulzura nos decía que en esos pocos días había visto que mi madre era una mujer muy cariñosa y alegre, con sonrisa para todos cuando realmente estaba muy grave, él resaltó que estaba seguro que se estaba yendo de este mundo con mucho amor porque estábamos todos muy cerquita de ella... a mí esas palabras me consolaban pero también se me clavaban porque ciertamente nos estaba diciendo que era cuestión de días que ella se fuera.

Mi madre no llevó una vida fácil y durante mucho tiempo se infravaloró porque sus padres la habían educado para llevar una casa y una familia, que no había estudiado y que no sabía nada de nada. Cuando se separó de mi padre después de 25 años de matrimonio (algo que le costó años superar a pesar de haber tomado ella la decisión) yo me empeñé en demostrarle que era lista e inteligente... en tres o cuatro años su evolución o revolución como a mí me gusta denominarlo, fue brutal... iba al banco, hablaba con el director del colegio de mi hermano pequeño, iba a los organismos públicos y perdió la vergüenza para preguntar cada vez que no supiera algo...hasta salió en los periódicos cuando fue a un par de manifestaciones ante la Conserjería de Igualdad y Bienestar de la Junta de Andalucía, luchando por los derechos de mi hermano y de los demás niños. ¡¡Mi madre se había convertido en una heroína!!

Su amor más profundo intentó repartirlo equitativamente entre sus cuatro hijos pero todos sabemos que su predilección era mi hermano pequeño, Miguel Ángel, que nació con autismo y síndrome de down... hasta su última energía fue para él y estoy segura que, aunque ella no lo dijera, su último pensamiento también fue para él... su niño... ella siempre nos decía en estos últimos años, cuando la enfermedad ya la acompañaba, "cuando falte... no abandonar a mi niño" ...no decía vuestro hermano...sino "mi niño", ella y él unidos por un cordón umbilical que nunca se cortó del todo. Y no... no lo hemos abandonado y está en nuestro pensamiento constantemente, estamos pendientes de sus médicos, de sus necesidades e intentamos estar lo más posible con él dentro de las posibilidades que nos permite nuestras vidas tan ajetreadas y aceleradas. No sólo lo hacemos por cumplir sus palabras sino porque es nuestro hermano, es un pedacito nuestro y su bienestar depende de nosotros así que mientras quede alguno de nosotros, vamos a cuidarle con todo nuestro corazón.

Tenía mucha elegancia
Que la echo de menos, es evidente... pero os puedo asegurar que no sabía que iba a ser tanto, estoy tan asombrada de ello que si hace dos años me lo llegan a decir, seguramente, no lo hubiera creído. 

Qué cierto es que no sabes cuánto quieres a alguien hasta que lo pierdes. Mi vida también ha cambiado desde que ella no está, estoy más sensible, tanto que cuando alguien cercano pierde a un ser querido pasa a ser mi ser querido y las lágrimas me brotan sin querer, y eso que siempre me costó llorar; soy más consciente de mis actos y sobre todo, procuro decir "te quiero" mucho más a menudo porque hay que saber valorar el tiempo que permanecemos juntos y saber aprovecharlo porque después...sólo quedarán recuerdos. También echo de menos más a mi familia, a mis hermanos... no es que antes no los echara de menos, es como si antes pensara que era ley de vida que cada uno fuera por su camino y ahora... ahora quiero que el camino sea nuestro, no quiero que nos separemos, quiero que estemos juntos, que compartamos cosas, sentimientos...y la vida. Es como si sintiera más profundamente el arraigo a la familia y como negarme a aceptar que al faltar nuestro nexo común, nuestra madre, tenga que perderse ese vínculo...y siento el valor y el sentimiento de la familia mucho más profundamente.

Mi madre...la bondad personificada, con empatía con todo y para todo, se ponía en la piel de cualquiera y asimilaba los problemas y preocupaciones como si fueran suyos, con un afán de superación increíble...le llevó a reconstruir su vida para "verla" desde el punto de vista del autismo, le encantaba hablar...hablaba por los codos y más de una ocasión, hablando por teléfono, tenía que decirle "mamá...mamá... mamá ... ¡mamá! ¡calla que quiero decir algo!", buena cocinera y le encantaba la música, tanto que se ponía a bailar sola muchas veces, y canturreaba susurrando mientras cocinaba, con un gusto exquisito para vestir y una elegancia innata, muy espontánea y cariñosa... y siempre, siempre risueña... mi madre, única, la mejor... Te quiero.






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