Inquietud inocua

Cada día que pasa doy un paso más hacia mi interior.

Me sorprendo a mí misma cuando después de esfuerzos mentales indescriptibles, pensando en mi  fatigada mente por culpa de tanto tesón, soy capaz de crear algo.
Un algo que va surgiendo mientras escribo....simplemente, fluye conforme se van plasmando las letras en mi pantalla, a veces son simples pensamientos, otras son esperanzas que me recuerdan quién soy, sin olvidar esas otras veces en la que me siento abatida...de manera que esas letras que van tomando forma en palabras, y éstas en frases, a la vez, están recomponiendo mi interior... haciéndome más fuerte cada vez.

Muchas veces me recuerdo que soy especialista en afrontar los cambios inesperados de mi vida. Algo que llevo sumamente bien debido a que soy disciplinada conmigo misma. Tengo el Poder de convicción. Poder que aplico sobre mí misma como una batalla a dos bandas. Mi aflicción necesita tiempo y mi Poder ataca racionalmente, diciéndome cómo debo superarlo y mostrándome la realidad de forma natural. Cuando me doy cuenta, lo he superado...a veces en un tiempo record...Nuevamente me sorprendo a mí misma. Soy una superviviente que combate con sus propias armas y se defiende con esas mismas armas, siendo yo, en ocasiones, mi propio enemigo. 

Me sienta bien saber que mi mente tiene ese Poder, que es capaz de superarse, que es capaz de crear...y todo ello es producto de la inquietud que circula por su interior. Es la que la mantiene viva, es la que la hace diferente a las demás, es la que hace que crezca intelectual y espiritualmente, es la que hace que recorra mi camino hacia mi propio conocimiento, más allá de las reglas impuestas por la sociedad.

El día que desaparezca esa inquietud de mi mente, ya no seré yo y empezaré a morir lentamente. Por ello, no dejaré de alimentarla como un bebé que necesita mimos y cuidados. Estaré pendiente de ella como guardián de la noche y el día. Es mi pequeño gran tesoro. Es la fuente de mi vida. Es ... yo misma.

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