Que no daría yo
Que no daría yo por volver a ver las olas rompiendo en las rocas desafiantes, mientras me susurras lo maravilloso que es mirar al infinito ... centrándonos solo en un punto ínfimo, desapareciendo todo bajo él.
Que no daría yo por volver a sentirte junto a mí recorriendo en una alfombra mágica sueños, lugares embelesados con nuestras miradas, perdidos de la realidad ampliada y de las redes de araña.
Tenerife |
Que no daría yo por volver a acariciar tu cuerpo, bajo mis manos, sentir tu piel, tus latidos neuronales y saboreando tu cálida y sabrosa boca.
Que no daría yo por ver tus pupilas, sonriendo, sin palabras y llenas de sentimientos, llenas de vida, llenas de amor.
Que no daría yo por tener competencia en regresar a aquel momento, robándote del pasado, recuperando los minutos y segundos a tu lado, y crear un futuro,... un futuro diferente, enternecedor y creador de estelas espolvoreadas al viento.
Que no daría yo por robarte una sonrisa y regalarte destellos de ilusión bajo la mirada atenta de un petirrojo desafiante y territorial.
Que no daría yo por volver a escuchar aquella canción... la nuestra, mientras nuestros corazones hablan al son de las notas y se estremecen bajo capas humeantes de calor encendido.
Que no daría yo por sentir todo lo que sentí, por vivir todo lo que viví y por escuchar todo aquello que me decías cuando las velas apenas alumbraban y la noche nos abrazaba eternamente mientras el reloj dejaba de funcionar ante esta acuarela difuminada por la luna.
Un minuto, una hora, un día ... todo ese tiempo que es poco ante lo inmenso de este latir inespererado y desesperado de mi pobre corazón, anhelando descubrir de nuevo el tiempo perdido, el tiempo suspendido, el tiempo soñado.
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