Tristeza acaramelada.



Parque Natural de Corrubedo 

La tristeza invade hoy mi existencia, nublando el radiante sol de la mañana y conjugando terribles tormentas inducidas por guerreros fantasmales.

Cuando los hechos corrompen mi estado de ánimo optimista y vivaracho, no me queda más remedio que sucumbir y dejar que los sentimientos afloren, se asienten y se desarrollen en una expansión descomedida. Cuando crean que se han apoderado de todo, que han infectado cada célula de mi cuerpo, mis neuronas empiezan a emitir sus mensajes telegráficos para dar la señal de que el duelo y la melancolía ha llegado a su fin.

La sangre empieza a ir más rápida cogiendo temperatura candente y destruyendo todo aquello que está tocado por lo oscuro. Todo se va despertando y tomando su color inicial. Buscando la perspectiva idónea para convertir lo malo en algo bueno, privilegiado y afortunado.

Es cierto. Este es el proceso que siempre ocurre dentro de mí cuando algo irrumpe provocando incertidumbre y pesar. Unas horas, solo son unas horas y mi mente se levanta generando esperanza compartida y soñadora.

Es hora de darle a la tristeza un tono acaramelado para que se pueda digerir mejor y no nos sepa tan amarga. Es la pócima mágica que viene de fábrica y hasta ahora, no me ha fallado. Me levanto siempre con energías renovadas. Es lo esencial para seguir caminando por esta vida.




Comentarios

raúl ha dicho que…
me parece una receta fantástica, hay que aprender a digerir ciertas tristezas, y si son acarameladas, pues mejor, en lugar de empeñarse en no padecerlas, a toda costa.
ViryinGP ha dicho que…
Gracias. En efecto Raúl, es mejor digerir y asimilar para después salir a flote y disfrutar de del camino. Un saludo.

Entradas populares de este blog

No huyo, solo vuelo

Divertirse en el camino.

Echo de menos tu sonrisa...