Tristeza acaramelada.
Parque Natural de Corrubedo |
La tristeza invade hoy mi existencia, nublando el radiante sol de la mañana y conjugando terribles tormentas inducidas por guerreros fantasmales.
Cuando los hechos corrompen mi estado de ánimo optimista y vivaracho, no me queda más remedio que sucumbir y dejar que los sentimientos afloren, se asienten y se desarrollen en una expansión descomedida. Cuando crean que se han apoderado de todo, que han infectado cada célula de mi cuerpo, mis neuronas empiezan a emitir sus mensajes telegráficos para dar la señal de que el duelo y la melancolía ha llegado a su fin.
La sangre empieza a ir más rápida cogiendo temperatura candente y destruyendo todo aquello que está tocado por lo oscuro. Todo se va despertando y tomando su color inicial. Buscando la perspectiva idónea para convertir lo malo en algo bueno, privilegiado y afortunado.
Es cierto. Este es el proceso que siempre ocurre dentro de mí cuando algo irrumpe provocando incertidumbre y pesar. Unas horas, solo son unas horas y mi mente se levanta generando esperanza compartida y soñadora.
Es hora de darle a la tristeza un tono acaramelado para que se pueda digerir mejor y no nos sepa tan amarga. Es la pócima mágica que viene de fábrica y hasta ahora, no me ha fallado. Me levanto siempre con energías renovadas. Es lo esencial para seguir caminando por esta vida.
Comentarios